El aparato digestivo, el segundo cerebro

Toda la vida hemos sentido sensaciones extrañas en nuestro estómago cuando estábamos nerviosos: ese hormigueo, la pérdida de apetito ante una situación estresante, la diarrea poco antes de la prueba crítica. La intuición nos decía que debía de haber una conexión especial entre nuestro cerebro y aparato digestivo, pero hoy por hoy ha dejado de ser una suposición y ha tomado cuerpo doctrinal.

A finales de los setenta, el doctor Michael Gerson, jefe del departamento de biología celular de la Universidad de Columbia, en el estado de Nueva York, descubrió una intrincada red neuronal alrededor de nuestro intestino delgado. Una red que contiene más de cien millones de neuronas, ¡más que nuestra médula espinal!

LA CRESTA NEURAL

¿Y todo esto para qué y por qué?
Curiosamente el origen embrionario de este segundo cerebro, es el mismo que el del primero: la cresta neural.
A lo largo de la evolución, los organismos más primitivos sólo poseen tubos digestivos, los cuales con el paso del tiempo, se van sofisticando más, haciéndose más complejos y dando lugar finalmente a sistemas nerviosos que computan múltiples funciones. De no ser así, si nuestro cerebro tuviese que asumir todas las funciones de este segundo cerebro, el cuello debería duplicar su tamaño para poder dar paso a tanta fibra nerviosa con destino al tubo digestivo.

Este nuevo sistema nervioso, se conoce cono Sistema Nervioso Entérico (SNE), que no tiene nada que ver con el conocido sistema nervioso autónomo, y que funciona de manera independiente al cerebro original. Tanto es así, que desde este SNE se envían un promedio de diez veces más órdenes al cerebro que en sentido contrario.
La autonomía de este órgano es tal, que es el único que puede “desconectarse” de las órdenes que le envían desde “arriba”.

¿Y cuáles son sus funciones ?
Desde colaborar en la absorción de alimentos, hasta ser una de las primeras líneas defensivas del cuerpo. Pero la más interesante es la que hace referencia a su capacidad para producir neurotransmisores, esas sustancias fundamentales para el correcto funcionamiento de nuestro estado anímico.
Un ejemplo de esto es la serotonina, molécula clave para mantenernos contentos, cuya producción del 95% del total de todo nuestro organismo se produce en el SNE.

Se podría decir que el modo en el que pensamos y sentimos, depende directamente de lo que comemos.

Un dato más. Los dos cerebros tienen una estructura similar y las patologías del cerebro original, también las tiene el SNE. De igual manera, el Parkinson y el Alzheimer, se encuentran en su red neuronal y provocan las mismas lesiones, empezando a entender así el estreñimiento de estos pacientes.

Llegados a este punto sólo cabe admitir que los clásicos tenían razón cuando hacían terapias de ayuno o dietas depurativas. Se podrían definir como un “reset” de este complejo entramado neuronal, que aún nos tiene que deparar múltiples sorpresas.